Libros



 
Aquejado desde el inicio de su jubilación granadina, el 1 de diciembre de 2004, de la fiebre productiva conocida por el nombre de “viruelas de la vejez”, he aquí la lista de sus hijos editados:

Le Guide ABC BAC Espagnol, en colaboración con Nicole Malaret, Nathan, París 2004; segunda edición, 2007
Nizar SASSI: Guantánamo, Prisionero 325, Campo Delta (traducción de Prisonnier 325, Camp Delta), EDAF, 2006
Diccionario del suicidio, Laetoli, Pamplona, 2009


Vocabulaire espagnol, en colaboración con Nicole Malaret, Le Robert & Nathan, Nathan, Paris, 2009

e inéditos:

Diez cuentos para la hoguera, Granada, 2011
Y el hombre creó el animal. Animalario cultural, Granada, 2011

Permanece igualmente inédita la novela:

El eco de un desastre, Lyon, 2001(*)


Presentación del Diccionario del suicidio en la Feria del Libro de Pamplona, junio 2009



Presentación del Diccionario del suicidio en el Instituto Cervantes de Lyon, el 7 de octubre de 2009. Al micrófono, el director del centro, Antonio Lorenzo. En la mesa presidencial, de izquierda a derecha, Edicto Garay, Amanda Puz, el que esto escribe y Enrique Sánchez. Nuestros dos presentadores, antiguos estudiantes nuestros, son hoy profesores universitarios. Amanda presenta su libro Nocturno para mi madre. http://www.paula.cl/blog/madres/2010/04/30/abrir-el-corazon-a-la-madre-muerta/
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Con fecha del 21 de abril de 2014, la editorial finlandesa Radium saca a la luz la versión en finés de este Diccionario, obra de la traductora Anne DOUGAN.
La ilustración de la portada, grabado de Honoré Daumier, es una propuesta de la traductora que el autor agradece y elogia por lo acorde con el espíritu del libro.




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Y el hombre creó el animal


Introducción


De lo que menos se trata aquí es de zoología. Si “el animal”, como proclama Michel Pastoureau, “pertenece tanto al mundo de los símbolos como al de la zoología”,   nosotros hemos escogido la primera vertiente. De ahí que no se hable propiamente de los animales, sino de los hombres que los han inventado. Claro que, como nos ha enseñado Darwin, no es tanta la diferencia que hay entre unos y otros. Por eso Herodoto trata “del hombre y los demás animales”, y Gerald Durrell titula su autobiografía Mi familia y otros animales. El estrecho parentesco no se limita a que el chimpancé y el hombre compartan el 96% de su  ADN, sino que, si aceptamos las hipótesis de Jung,  incluso el inconsciente colectivo participaría “de una cepa básica común”, que revela nuestro “paralelismo anímico con los animales”. O sea que somos animales en cuerpo y alma. No otra cosa expresa Balzac cuando, en su introducción general a la Comédie humaine, expone su intención de realizar un estudio zoológico, pues, en su opinión, “el creador se ha servido de un único y mismo patrón para todos los seres organizados”. Si alguien cree que el animal es irracional, desprovisto de espíritu, pura materia mostrenca, escuche a Galdós quien, por boca de un personaje, explica con ingenua etimología digna de San Isidoro de Sevilla : “A…ni…mal, con ánima, con alma.”
 Así pues, el tema de este libro es la representación que los hombres se hacen de los animales. No sólo en la realidad práctica el hombre se sirve del animal para comérselo, hacerlo trabajar y arrancarle el pellejo, utilizar los cuernos, los intestinos, la vejiga, los dientes o las espinas y extraer de él vestidos, calzado, adornos, herramientas,  afrodisíacos, medicinas, venenos o antídotos, sino que también lo somete a su imaginación, adaptándolo a su propia forma de ser y de comportarse. Desde las más arcaicas creencias hasta el universo de Walt Disney, el humano interpreta al animal según su óptica. No es sino el espejo de sus miedos, aspiraciones, vicios y virtudes, y por ello lo califica de fiel, noble, cruel o lascivo, de glotón, frugal, hacendoso o haragán. “El zoo de la literatura”, —dice acertadamente Jaime Siles— está integrado por animales en los que los hombres proyectan sus fantasmas”. Las fábulas, que, desde la más remota Antigüedad, hacen hablar a los animales, son la más patente expresión de esta proyección. Lo dicho sobre la literatura, claro está, puede aplicarse a toda actividad intelectual humana: lengua, mitología, religión, folclore o arte. Su papel en la religión es tan importante que, como dice Jung, “los animales representan en cierto aspecto las sombras de los dioses”. Todo lo cual quiere decir que los animales, hasta los más fieros y exóticos, cuando no los fabulosos, son todos animales de compañía, seres que nos hacen mucha compañía, que nos son familiares aunque nunca los hayamos visto. ¿O creen ustedes que los judíos de los tiempos bíblicos habían visto muchas ballenas para alojar en su vientre a un Jonás? ¿Y que, en la época medieval, había tantos dragones sueltos por todas partes como para dar trabajo a los muchísimos caballeros heroicos ocupados en acabar con ellos? Tampoco parece muy probable que Yetis y monstruos del lago Ness correteen o se chapucen en nuestros días, y sin embargo, ¡a cuántos periodistas, divulgadores, criptozoólogos y falsificadores dan que hablar y proporcionan trabajo!
No contento con domesticarlos y apropiárselos, como si no hubiera suficiente variedad sobre la faz del mundo, aún tuvo el hombre que inventarse otros animales nuevos, imaginando desde un comienzo las más extrañas composiciones y jugando a ser el dios creador de una fauna disparatada, aterradora, grotesca o sorprendente. No dudó en mezclarse con ellos, quién sabe si en virtud de algún deseo inconfesado, y de obtener de esta imaginaria coyunda los hijos más sorprendentes. Al final, siguiendo su delirio mítico o decorativo, se borraron las fronteras entre los distintos reinos y las criaturas salidas del cincel, de la pluma, del pincel o del verbo confundieron en su morfología lo humano, lo animal y lo vegetal, desafiando todo intento de clasificación sistemática.
La mayor parte de los animales se han hecho acreedores, como antes decíamos, de un carácter o unos atributos que los hacen emblemáticos. De ahí, su uso totémico en heráldica, donde representan las virtudes que el dueño del escudo cree o aspira a  poseer. Difícil será imaginar al león fuera de su papel regio, rey de la selva, rey en fábulas, apólogos y cuentecillos populares, ornato de tronos, blasones y estandartes, portador de corona y cetro. Pero, a nada que indaguemos, observaremos que no hay nada tan caprichoso e incoherente como esta atribución que el hombre hace de vicios y virtudes entre sus hermanos irracionales. Sin cruzar los lindes de una misma civilización, el mismo perro puede ser filósofo, cínico, inmundo, feliz y desgraciado, fiel, lúbrico y todo lo que se le ocurra al hablante según su humor y las circunstancias del momento; el ciervo tan pronto será casto y esquivo como símbolo del deseo sexual masculino, etc., etc. No digamos ya si nos alejamos de nuestro espacio familiar : enseguida nos tropezaremos con vacas sagradas, dioses monos, dragones benéficos, escarabajos divinos y serpientes civilizadoras.
Frente a la creencia clásica en que los animales se libran un perpetuo combate, espejo del que igualmente enfrenta a los hombres y que ilustran expresiones como “la ley de la jungla”, “el pez gordo se come al chico” y hasta el “homo homini lupus”, otra corriente más moderna, heredera de visiones edénicas, supone o pretende que, frente al hombre cruel, el irracional, al obedecer la voz de su instinto, o sea al seguir las leyes de la naturaleza, es cifra y compendio de todas las virtudes y, sobre todo, de la principal de ellas, la inocencia. La vivisección, la tauromaquia, la caza de la ballena o el consumo de angulas, quisquillas y chanquetes constituyen pruebas irrefutables de la intrínseca maldad del autodenominado rey de la naturaleza, que no es, en verdad, sino su principal enemigo y destructor.
La cocina es otro capítulo en el que el animal sufre de los más acendrados prejuicios y de las más opuestas valoraciones. Pero hay un rasero que todo lo iguala y es el hambre. Ante tan poderoso motor, los escrúpulos, repugnancias y tabúes de toda especie se desmoronan unos tras otro hasta vencer el supremo del canibalismo, tan a menudo practicado por los hombres, e incluso por los mismos animales. Sin llegar a estos extremos, el animal, víctima de la caza y pesca, de la ganadería y hoy de la industria, por muy carnívoro y carnicero que sea, casi siempre ha salido perdiendo en su contacto con el hombre.
Autores, como el propio Jung, deploran que “desgraciadamente, el aspecto mítico del hombre se manifiesta en la actualidad muy esporádicamente”, y que “el hombre actual ya no es capaz de crear fábulas”. Tal vez los animales, aparte las mascotas, se hayan borrado de la realidad del paisaje urbano, y sólo ocupen ya un espacio envueltos al vacío y listos para el consumo, o como exótico acompañamiento televisivo a la hora de la digestión y de la siesta; pero, a la vista de los innumerables animales y seres fantásticos que pueblan los escaparates de las jugueterías, las películas de dibujos animados, las páginas de literatura infantil y de cómics para adultos, o las mil y una manifestaciones de la omnipresente publicidad, no parece que hayan desaparecido de nuestro entorno imaginario. 
Si la imaginación ocupa mayor espacio en este libro que la realidad, no hay que olvidar que, como recuerda Michel Pastoureau en uno de sus muchos estudios dedicados a la historiografía animal, “para el historiador, como por cierto para el etnólogo, el antropólogo, el sociólogo o el psicólogo, la imaginación no se opone a la realidad : forma parte de ella”. Y si a través del animal, vemos sobre todo al hombre, pensemos en que —como dice el mismo sabio autor— “el animal entronca con todos los grandes problemas de la historia social, económica, material, cultural, religiosa y simbólica; y está presente en todas partes, en todas las épocas, en todos los documentos, planteando en todo momento al hombre preguntas esenciales, numerosas y complejas.” Por otra parte, la imaginación no entorpece el estudio científico, sino que lo potencia. Por si aún quedara alguna duda al respecto, ahí está el reciente estudio del historiador de la ciencia Juan Pimentel, El rinoceronte y el megaterio (2010), que subraya el papel de la fantasía y de la ficción en la producción del conocimiento y la aprehensión de la realidad objetiva. Que todo diccionario no pasa de ser un esbozo, lo dice de modo radical para que no se nos suban los humos a la cabeza, un sacerdote, político y curioso escritor navarro del siglo XIX, José Joaquín Pérez Necochea : “los diccionaristas, por defecto de su pobre condición humana, no pueden hacer sino obras imperfectas y siempre perfectibles”.


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30 / 1 / 12:

"Estimado Sr. D. Carlos Janín:
Muchas gracias por habernos presentado su propuesta de publicación del libro "Y el hombre creó al animal". La hemos considerado con gran interés, pero hemos decidido no incluirla en nuestro catálogo de publicaciones.
Lamentamos darle, en esta ocasión, una respuesta negativa y le agradecemos la confianza que ha depositado en nosotros.
Reciba un cordial saludo,
Evaluación de manuscritos
Herder Editorial, S. L.
Provenza 388
08025 Barcelona-España "

"¿Qué le vamos a hacer? ¡Otra vez será!
Me estoy tomando un buen trago de Glenfiddich 12 años para consolarme
Llorad conmigo, bebed conmigo
Carlos"

"Y yo, que no bebo, me limitaré a llorar. ¡Un libro hecho y derecho, listo para gustar y venderse! No es justo. No es una novela que quién sabe cómo se leerá; es una oferta positiva, precisa, información culta y a la vez entretenida, trabajo hecho para buenos paladares. No es justo.
Pedro Provencio"

"Vaya, Carlos, lo siento. Me levanto, abro una botella de vino, saco una copa del armario de la cocina, me siento a la mesa, miro un momento por la ventana las ramas del plátano iluminadas por el farol municipal, lleno la copa de vino, bebo. ¿Qué bebo, vino o melancolía?
Abrazos.
Paco Solano"

"Pues sí que lo siento. Y lo siento muchísimo, como puedes suponer. ¿Y qué se puede hacer ahora con una obra así, tan trabajada, de tan vasta erudición, tan bien escrita y tan agradable de leer, si los profesionales del negocio no le ven el gancho comercial que se supone que es casi lo único que miran; y si además el publicador natural de una creación como la tuya, que no es otro que Laetoli, no sólo no paga, sino que se aparta y es apartado, todo a la vez, de cualquier posibilidad de entendimiento?. Pues mal lo tenemos por ahora, amigo Sancho. En fin, no hay que desesperar y sí intentarlo de nuevo con tus amigos escritores madrileños.
No brindo contigo porque he comido y casi cenado fuera y ya estoy un poco pasado, pero mañana lo haré sin falta. ¡Animo y a publicar!
¡Fraternidades energéticas e impulsos morales varios!
Ignacio Janín"


En vista de que no parece que vaya a publicarse, voy a empezar a dedicarme a adornarlo con nuevas entradas, apócrifas sí, pero amenas. He aquí las primeras que se me ocurren:

Ardenio CLAMOR ARMIJO (Seseña, 1939 - Nigüelas, 1999). Por situarse a medio camino entre el grupo de los "Miserabilistas" y el autodenominado de "Los Pomposhos", se le bautizó ya en vida con el apodo de "el poeta equidistante". La mera lectura de los títulos de sus poemarios –La sabandija apolínea (1953), Caspa de diamante (1961), Retozos de éxtasis (1970), o el más popular de entre ellos, Ni contigo ni sin ti (1989)– nos da clara muestra de aquella voluntad suya de equilibrio y ponderación que le valió tantos elogios y le granjeó los más prestigiosos galardones. Ardenio Clamor escribió varios poemas con tema animal. En "El canguro de los huevos duros", su talento no ha madurado aún por completo, y la influencia por demás evidente de Carmelo Bestiarán lastra su estro hacia la fácil pendiente del post-miserabilismo crítico, que lideró sin rival el vate turolense. Es en su "Elegía coral a un corral deshabitado", y en "Toril de empeños", donde su voz poética suena con timbre personal e inconfundible. De este bronco poema extraemos una de sus más características estrofas: 

Toro que embruteces cenital corrala 
con el zumo que apelmaza tu corambre,
¡qué negrura afantasma tu silueta
con cornada que no es dura como el hambre!
Quien, suicida, te sortea con muleta,
maletilla es que, con su suerte mala,
más que primer espada, será fiambre.

Debemos al acucioso investigador Pedro Belda Chumillas el descubrimiento de un perdido manuscrito que viene a enriquecer el acervo poético de nuestro poeta equidistante. 
"He aquí –nos escribe desde Alhama de Murcia el profesor Belda– una de las 345 estrofas del poema épico-místico El Parnaso furioso, del nunca como se debe aclamado Clamor:

Ese puñal hundido en la espalda del vate
crudamente pregona la olímpica traición:
de una musa el rencor femenil lo combate
para que no componga su ebúrnea canción.
¿Quién se lo arrancará, con qué áureo alicate,
para que vuele libre su feble corazón?
¿Nadie? ¡Oh dolor! Qué aciago, qué estulto disparate,
llevar en vez de alas clavado un espetón.

( El Parnaso furioso, Flor natural de los VI Juegos Florales de La Garrapata, provincia de Murcia, 1992. En prensa)
P. B. Ch."

Don Faustino Munuera, bibliotecario jubilado, ha tenido la gentileza de enviarnos desde Villalpando, hoy 5 de marzo de 2012,  el siguiente mensaje:

"No es la primera vez que el profesor Belda da crédito a un manuscrito deturpado y espurio, quizás contrahecho por él. Véase aquí esa misma estrofa reconstruida fielmente según el manuscrito auténtico, que se guarda en la Biblioteca Nacional. Es de subrayar que el esforzado profesor ha partido de las rimas auténticas, pero suprimiendo toda referencia al carácter de animalario de El Parnaso furioso.  Una vez más, la fobia por los animales traiciona a un filólogo tan hábil como fabulador.


La furia antropomorfa que asaeteaba al vate
disfrázase de musa para urdir su traición,
mas lo cierto es que empuña siempre alada en combate
un pico sanguinario de graznada canción,
un mascarón de proa duro como alicate,
pues es buitresa en busca del bravo corazón
prometeico y poético rebelde al disparate
del dios que en vez de rayos lanza férreo espetón."


Sobre este muy tentador ejercicio de inventarse apócrifos,
--> quiero inscribir aquí esta frase de Pierre Klossowski, llena de turbulentas irisaciones: «la mystification contrefait le mystère et le présuppose». ¡Ojalá mereciera uno aplicársela!

Muy apropiado para este mi Animalario nonato –a menudo tan traído por los pelos– me parece esta cita del Fray Gerundio de Campazas del padre Isla : “Tenía de repuesto en la memoria un montón de latinajos, versos, sentencias y aforismos que espetaba a todo trance, viniesen o no viniesen, sólo con que en sus textos centones se hallase alguna palabra que aludiese a lo que se discurría o se presentaba; y por este medio pedantesco se hubiese adquirido entre los ignorantes el crédito de un monstruo de erudición y pozo de cencia, como le llamaban en aquella tierra”




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En la actualidad, menester es confesar que ya hay otro libro en ciernes, el cual, si llegara a medrar, tal vez se llamaría algo así como De la desnudez, sus causas y sus efectos.




Proponemos a nuestros asiduos lectores un breve extracto del manuscrito:


Nada se sabe de un autor francés que, en 1791 y en plena efervescencia revolucionaria, firmaba, con el rebuscado nombre, o seudónimo, de Vesque de Putlingen, unos de los muchos libros galantes que tanto éxito obtuvieron entre todos los públicos del vecino país. Sólo que escribió y, aprovechando la nueva tolerancia editorial, publicó una novela titulada Le roi Guiot, completada por un breve relato titulado Bagatelle. Tal es el nombre de una jovencita a la que el protagonista encuentra en un parque, una cálida noche de luna llena, durmiendo a pierna suelta sobre un sofá, bajo el baldaquino de un templete a la Watteau. Como las heroínas precedentes, “no tuvo tiempo de despertar”. “Cuando se despertó, –se pavonea el joven protagonista y narrador– yo ya no tenía nada que pedir.” ¿Por qué detenernos en esta página galante de un rosa rococó, semejante a tantas otras escenas escritas, grabadas o pintadas por aquellos años? Porque, cumpliendo con todos los requisitos del esquema narrativo, el amante, para no poner en duda la mutua promesa de fidelidad que se hace la pareja, añade este gracioso comentario: “Por cierto que, como Bagatelle estaba desnuda, creí que era la verdad.” La verdad desnuda, en este XVIII francés, se declina en forma de pícaro bibelot de porcelana de Sèvres. La moraleja que cabe extraer del cuento es que en la “bagatela” –en el jocoso sentido en que los diccionarios franceses dan al término desde 1687 de “amor físico”– está la verdad.
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Jules-Joseph Lefebvre, La Vérité nue (1870)



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Aunque no sé si éste es el lugar más apropiado, que tal vez fuera más bien el cajón de la "Biografía", quiero recapitular aquí 


los seudónimos


, si no heterónimos, utilizados por el autor a lo largo de su prolongada existencia.

>>>Por los años 59 y primeros de los sesenta del pasado siglo, o sea con quince y algunos más años, tocóle al joven interno del Colegio de los PP Jesuitas de Javier (Navarra) ilustrar la revistilla mensual de aquel internado siberiano, titulada Xavier. Todo, o casi todo lo gráfico de aquel boletín salía de la pluma de aquel adolescente, desde el título de la publicación en letras muy modernas hasta algún chiste, llegando incluso a diseñar su diagramación o mise en page. Toda aquella prolija producción salió cartujamente anónima, pero alguna colaboración escrita, como cierta entrevista hecha a algún profesor, venía firmada por un tal PLATERO.

>>>Ya se ha desvelado en la sección "Cómic - B. D." que, entre otoño de 1979 y primavera de 1980, se dio a luz en Lyon (Francia) a la publicación Où va-t-on? Je vous le demande, Periódico arrevistado irregular, (precio: 2 francos), cuyo consejo editorial lo firmaban Mary P. Almendráriz, Marianico JOTA, Nelly Lafeuillantine y Prudencio Pedralba, que ocultaban a Amanda Puz, Carlos Janín, Nadine Lancha y Pedro Provencio.

>>>En el nº 242 (febrero de 1980) de Carta de España. Revista para los españoles en el extranjero, publicada por el Instituto nacional de Emigración, aparece un cuento a dos páginas titulado "Ese chico español del quinto", que opta, entre otros, por el primer premio del "Concurso literario" convocado por la revista. Lo firma un tal Luis de ARMANDO, residente en Toulouse. Dado que no sólo la firma es un seudónimo, sino hasta la ciudad de residencia es falsa, el día en que se falle el premio y lo gane, se va a armar (propio de Armando) un lío entre correos franceses, consulados españoles y la amiga brasileña Maria Luiza de Armando que realmente reside en la dirección indicada, que hace que el monto del premio llega a manos del escondido autor en solemne entrega consular lionesa casi medio año después de la fecha prevista.

>>>Es admitida creencia que desde que el afanoso erudito cervecero untó su cálamo en el tintero para inscribir un "incipit" con fecha de 1991 a la cabeza del primer tomo del Libro de los Sueños, Partos y Chorradas, lo hizo bajo el disfraz monástico de Fray Malaquías de LEFFE, mas esto no es sino prueba fehaciente de la pereza mental a la que se entregan los estudiosos de su obra. Tras proceder a una concienzuda pesquisa, hemos de reconocer que hasta abril de 1993 y la página 5 del tomo IV, no hace su aparición este doble del autor, y lo hace precisamente como personaje del cómic sobre "La controversia de Valladolid" del que se habla en su lugar y momento.
Con respecto a este monasterio virtual entre cuyos muros bibit et laborat nuestro amanuense, tenemos a bien dar la bienvenida a otro miembro de la comunidad, Tomás Onaindía, que, con fecha de hoy, 12 / 2 / 12, nos escribe: "Monje, desde luego, y con voto de silencio amén de los otros bien conocidos, castidad y pobreza (el de la obediencia siempre se me olvida). Uno de mis seudónimos es Fray Silvestre, por aquello de que nací el 31 de diciembre. Hay muchos correos míos firmados así, correos que le dirijo a mis amigas cuando me cuentan sus males de amores."

>>>En el año 2001, el iluso cuanto novicio narrador envía el original de su novela El eco de un desastre a optar por el "Premio Andalucía" de novela que se falla en Sevilla, con el seudónimo de Consuelo HOLGADO. No lo hubo, ni holgado ni justo, que se lo dieron a otro.

>>>En 2013, el anciano pero animoso autor de estas líneas entra a formar parte del equipo redactor y tertuliano del programa "Purín de hortigas", emisión de Radio Almaina a cargo de la cooperativa Hortigas. Dado que todos sus participantes adoptan un seudónimo vegetal y hortícola, como "Ajo tierno", "Remolonacha", "Semillita", "Srta Calabaza", "Conde Romanescu", etc, el suyo será "El viejo puerro".






Autor escribiendo su obra inédita, o autor autista






Por si algún día, algún heredero mío decide publicar una segunda edición del Diccionario del suicidio arriba citado, bríndole aquí una sensata frase de la escritora británica Jeanette Winterson que pueda servirle de epígrafe:
 
-->”Suicidarte no es lo peor que puedes hacer, vivir muerto es mucho peor”;

así como una hermosa ilustración para la portada:




Frans MASEREEL, La Cité (1925)



(*)  Giraba aquella novela nonata con ínfulas de policiaca en torno al descubrimiento de un grabado inédito de Goya. Helo aquí, recién descubierto gracias a los desvelos de nuestro detective privado Alfons von Turpituden:




¿A que nadie, nadie, nadie lo había visto jamás? ¡Como que no es de Goya!, sino del grabador alemán Max Klinger (1857 - 1920). ¿Si habrá alguna remota influencia del aragonés? –se pregunta la crítica suspicaz.






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