Dibujos

Se convoca y prepara el

 
I Congreso internacional de Coctelología del Albayzín

que tendrá por marco

el pub ALJAINÍN

y por fecha, coincidiendo con el 71º aniversario del convocante,


el martes 17 de febrero de 2015


Con tan fausto motivo, los talleres gráficos de la Santa Abadía de Leffe, dirigidos por el siempre activo Fray Malaquías, elaboran este logotipo que ha de servir también como motivo del posavasos que se distribuirá entre los congresistas





De los mismos prestigiosos talleres y por las mismas fechas, sale este cartel anunciador para la representación del "Tartufo" de Molière, encargo del director de la compañía, Alfonso Martínez Foronda:








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Des voeux de Nouvel An à partir de Lyon:
En 1999, reina la vagancia, favorecida por la estupenda cama que se nos ha regalado por unos cuantos amigos para nuestra boda:









Felicitaciones navideñas desde Granada:

En 2006, aún no había empezado la crisis,


















pero el planeta Tierra ya se estaba calentando.


El atento observador podrá notar que papá Noel se va de vacaciones a tierras calientes y no trae ningún regalo en su vehículo celestial. ¿Si será un banquero que huye hacia algún paraíso fiscal?



 






Luego empezó la cosa en serio...
... y siguió empeorando, empeorando








Ante tal situación, y a pesar de las amenazas que se ciernen en el inmediato horizonte, las autoridades celestiales recomiendan que los ánimos no decaigan
















En vísperas de un nuevo año lleno de amenazas,
permitid, amigos y parientes, que os deseemos
que el amor y la amistad vengan a compensar todos los recortes.

¡FELIZ AÑO 2013!

 
Para el 2014, aunque la situación no ha cambiado,
damos la espalda a la crisis y nos dirigimos esperanzados a la huerta del porvenir, ecológica y solidaria 





Observamos en vísperas de 2015 que los grandes de este mundo andan totalmente descaminados, hasta el punto que se dirigen al abismo. Bien que tratamos de orientarlos, pero ellos, a lo suyo, ni caso que nos hacen. Así que, sin preocuparnos más del caso, proseguimos tranquilos nuestra ascensión









El tema del "Viejo y la Niña" en las páginas del Libro de los Sueños, Partos y Chorradas del maestro Fray Malaquías de Leffe:

Como observan, entre otros, Roberto Calasso y Pedro Provencio, Giambattista Tiepolo se adelantó en algunos siglos al maestro miniaturista, al tratar este contrastado tema en muchos de sus frescos. Italo Svevo también interviene en el debate, pero por la banda.
Reproducción de la pág. 52 del tomo XVII del Libro de los Sueños, los Partos y las Chorradas del maestro Fray Malaquías de Leffe, monje cervecero, erudito a la violeta y amanuense compulsivo. La exclamación "¡Tu antecesor!" es un autógrafo del poeta laureado de la plaza Bami, tomada de una carta manuscrita dirigida a su amigo trapense.




 La ilustración a la acuarela de la página 67 del tomo X del 
Libro de los Sueños, los Partos y las Chorradas del maestro Fray Malaquías de Leffe, obra que data de mayo de 2002, por los tiempos en que la Abadía trapense-cervecera aún tenía su sede en Lyon de Francia y no había emigrado a Granada, ofrece otra variación del tema y representa a la musa conventual en confesión con su director espiritual Fray Valderrábano del Ajohendido. 
A la izquierda, el tema de Lot y sus hijas ofrece al viejo maestro ocasión para duplicar el número de beldades que miman su ancianidad. Si las beldades se duplican, el número de piernas mengua. Observen, lectores, que por ser tiempos de crisis, el artista se ha valido de sólo tres piernas para confeccionar tres cuerpos. Es obra de técnica mixta que data de agosto de 2011.













¡Ah, amigos dibujantes!, y vosotros que no los sois, pero que apreciáis este arte con igual amor: Ved qué hermoso texto del buen dibujante y buen escritor John Berger me envía hoy Pedro desde la plaza Bami de Madrid:
 






John Berger, Un pintor de hoy (Alfaguara, 2002, original de 1958), pág. 85/86
La actividad más profunda de todas es la de dibujar. y la que más te exige. Es cuando dibujo cuando me lamento de las semanas, los años, probablemente, que he desaprovechado. Si (como en los cuentos de hadas) pudiera concederle un don al nacer al futuro pintor, ese don sería el de una vida lo bastante larga para llegar a dominar la técnica del dibujo. Muy poca gente se da cuenta de que el pintor, a diferencia del escritor o del arquitecto o del diseñador, no sólo crea sino también ejecuta su arte. Necesita dos vidas. Y sobre todo, dominar la técnica del dibujo. Casi todos los artistas pueden dibujar cuando descubren algo. Pero dibujar a fin de descubrir, ése es un proceso divino; es encontrar el efecto y la causa. La fuerza del color es mínima comparada a la fuerza de la línea; la línea, que no existe en la naturaleza, pero que expone y demuestra lo tangible con mayor definición que la propia vista frente al objeto en cuestión. Dibujar es tocar: tener la prueba que pedía Tomás. De la mente del artista, vía el lápiz o la pluma, sale una prueba de que el mundo es sólido, material. Pero esta prueba nunca resulta conocida. Un gran dibujo –aunque sólo sea de una mano o de una espalda, de unas formas que hemos visto miles de veces- es como el mapa de una isla recién descubierta. Salvo que es mucho mas fácil leer un dibujo que un mapa; frente a un dibujo, los cinco sentidos se convierten en agrimensores.
            Todos los grandes dibujos se realizan de memoria. Por eso lleva tanto tiempo aprender. Si el dibujo fuera una mera transcripción, una especie de guión, unos cuantos años bastarían para enseñarlo. Incluso cuando tienes el modelo delante pintas de memoria. El modelo sirve de recordatorio. Pero no es un recordatorio de un estereotipo que te sabes de memoria; tampoco de algo que recuerdas conscientemente. El modelo te recuerda unas experiencias que sólo puedes formular y, por consiguiente, recordar, dibujando. Y esas experiencias se añaden a la suma total de tu conciencia del mundo tangible, tridimensional, estructural. Una página en blanco de un cuaderno de dibujo es una página vacía. Hagamos una marca en ella, y los bordes de la página dejarán de ser simplemente el lugar por el que se cortó el papel; se habrán convertido en los límites de un microcosmos. Hagamos dos marcas con diferente grado de presión en el papel, y la blancura dejará de ser blancura para convertirse en un espacio tridimensional opaco, que puede  hacerse menos opaco y más transparente con cada nueva marca. Ese microcosmos contiene la potencialidad de todas las proporciones que hayas percibido o sentido. Ese espacio contiene la potencialidad de todas las formas, los planos inclinados, los huecos, los puntos de contacto, o los pasajes de separación que has visto o tocado. Y no se para ahí. Pues tras hacer unas marcas más, habrá aire, habrá presión y, por consiguiente, masa y peso. Y esta extensión se llenará entonces con la potencialidad de todos los grados de dureza, de maleabilidad, de movimiento, de actividad o pasividad en los que hayas hundido la cabeza o contra los que la hayas golpeado. Y entre todas estas potencialidades has de escoger, en unos minutos, como la naturaleza a lo largo de milenios, las que corresponden a fin de crear un tobillo, o una axila con el pectoral hudiéndose en ella como un torrente subterráneo, o la rama de un árbol. De entre todo ello has de seleccionar el candado con su llave. Creo que no le concedería dos vidas, le concedería tres  


 
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Desde mi modestísima, humilde, menguada posición de aficionadillo de tres al cuarto, me permito expresar aquí mi profunda emoción tras la lectura de este texto, y mi total y absoluta conformidad con él. Toda mi vida he dicho –modestísimamente, repito– lo mismo: que la memoria es lo esencial en el dibujo. Otros lo dicen con más arte y más autoridad que yo. Pero, en clase de traducción, aunque parezca que nada tiene que ver, les decía yo a los estudiantes, que si fueran dibujantes o aun mejor retratistas, sabrían traducir bien, puesto que lo que uno mira es el dibujo y la hoja, y no el modelo, y en la traducción hay que mirar el resultado, y no el texto que se traduce, que hay que haberlo comprendido de memoria. Es más, una maravillosa novela de Orhan Pamuk, Mi nombre es Rojo (1998), está toda ella dedicada a ese tema. En ella, los grandes dibujantes turcos de miniaturas del siglo XVI, confrontados a la vez a la tradiciónn persa y a la influencia de la modernidad veneciana, aspiran –y a veces, lo consiguen– a ser ciegos para dibujar perfectamente de memoria sin interferencia exterior. ¡Ah, qué hermosos textos los de estos grandes escritores, –gran dibujante además el británico, no sé si también el turco!    

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Apenas abro las primeras páginas del ensayo de E. H. Gombrich, La imagen y el ojo (1982), topo con esta frase: "Max Liebermann cita en algún lugar a un profesor suyo, quien decía que "lo que no se pueda pintar de memoria, no se puede pintar.""
Para remachar el clavo, el mismo Gombrich cita a Sir Winston Churchill, pintor a sus horas, "quien subrayaba con acierto que incluso al pintar del natural tenemos que usar la memoria al pasar la mirada del motivo al lienzo."



 
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En 1981, se publica el libro Contes créoles de Guinée Bissau (textes rassemblés, transcrits et traduits par l'équipe de linguistique descriptive dirigée par le professeur Emílio Giústi, de l'Univerité Lyon 2; illustrations Carlos Janin, Edicef, París.  


 








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¡Ah, amigos dibujantes, y vosotros los músicos, salud a todos! Ved qué hermoso texto nos envía hoy Pedro, salido de su mollera, que nada tiene que envidiar al (texto) ni a la (mollera) del británico. 
(Sólo por inspirar textos así y darles alguna difusión entre un público tan selecto como amigo mío y de las artes, valía la pena habilitar este tablón de anuncios, vitrina, ágora, mentidero o atalaya avizoresca)  

"A propósito de esa página de J. Berger, tan llena de sugerencias, el Pedro de la Plaza Bami madrileña querría hacer un comentario que conectara las reflexiones del inglés acerca del dibujo con otras referidas a la música.
Igual que una línea de lapicero fija el blanco del papel y lo transforma en espacio con aire y volumen, incluso con tensión palpitante, una sonata para flauta sola de Telemann o unas piezas para clarinete solo de Stravinsky trazan líneas melódicas que delimitan el continuo temporal y lo transforman en tiempo modulado a imagen y semejanza nuestra. El fenómeno es, creo, de una intensidad especial en el caso del sonido elaborado porque penetra hacia límites de percepción que quien escucha no controla y no necesita explicarse, mientras que el dibujo ha de ser contemplado y considerado intencionadamente. Pero esta comparación, al parecer favorable a la música, se refiere sólo a la apreciación externa, posterior a su aparición, porque en el momento de producirse el dibujo o la melodía me parece idéntico el impulso explorador del vacío espacial en un caso y del temporal en otro. Tanto atractivo debe de tener la aventura de llevar el rumbo de una línea que busca el contorno de lo que era desconocido y  poco a poco llega a ser visible, como la sucesión de notas que marca la temporalidad abstacta con un trenzado o una espiral o un arabesco sonoro erigido de pronto contra el paso del tiempo. ¡Entropía, ¿dónde está tu victoria?!
Hágase la prueba escuchando –e imaginando cómo fueron escritas- las piezas para violín solo de J. S. Bach, o incluso sus composiciones para instrumentos solistas con bajo continuo, porque el clave o la viola de fondo no hacen más que marcar una leve cuadrícula sobre la que va y viene la melodía.
¿Y la voz humana, que se eleva desde la funcionalidad lingüística de cada día hasta la frondosa dimensión del canto? En este caso, la transformación no se plasma objetivamente sobre una superficie ni en la deriva impasible del tiempo, sino en la línea misma del enunciado, que, lejos de abandonar la estricta semántica, se la lleva con el impulso de las notas a un nivel de significación desconocido hasta entonces, donde no hacen falta correspondencias porque basta la expresividad.
El especial atractivo del piano puede deberse, entre tantas otras razones, a que conjuga la liberalidad solista con la hondura armónica sacada de los registros propios del instrumento, a un paso ya del colorido orquestal y de los grandes frescos sinfónicos. Claro que eso mismo ocurre con el violín solo, o con el arpa, que pueden dar varias notas a la vez, y con tantos otros instrumentos. ¿Por ahí se nos diluye el razonamiento?
Algún musicólogo, digo yo, habrá teorizado sobre este tema con “miglior plectro”.

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Hice un dibujo, allá por los años 70, que se publicó en una revista filosófico-política de París, pero el dibujo se perdió para siempre, y de la revista no recuerdo ni el nombre: sólo que una amiga mía, profe de filosofía en el insti donde trabajaba mi esposa de entonces, Annie, y colaboradora de aquella publicación, fue la que me lo encargó. 
Leyendo hoy (23/3/12) un relato vanguardista de Francisco Alaya, Erika ante el invierno (1930), me encuentro con su cuasi descripción:"Estaba solo el carnicero en la carnicería. El ancho cuchillo, dueño de la luna de enero, hubiera deseado cortar sus dedos redondos, rojos, iguales, en rodajas sobre el tablero". En mi dibujo, resucitado en el recuerdo por este inesperado hallazgo, el carnicero cortaba impasible en rodajas sus dedos, mano y antebrazo izquierdos. 
¡Milagros de la memoria! (2 ag 12): De golpe, me viene el nombre de la revista, Cause commune, fundada en 1972 nada menos que por Jean Duvignaud, Paul Virilio y Georges Perec. ¡Vaya categoría! La revista se publicó del 72 al 74.
El 24 de nov del 13, domingo, al gran dibujante El Roto se le ocurre la misma idea que a mí, sólo que hoy más aplicada a la miseria que atosiga a este país:

 
 

3 comentarios:

Carlos Janín dijo...

No supone por parte mía ningún descubrimiento el afirmar que las artes escénicas combinan como ninguna otra el tiempo y el espacio ; pero me quiero detener en otra labor artística (que ni tiene musa que la proteja), que es la jardinería : tan espacial como cualquier arte plástico, pero demoradamente temporal en espera de que lo previsto resulte a la postre tal como se había planeado. Una especie de pirotecnia a cámara lentísima para monjes zen sin prisas. (Ya se sabe que algunos de estos rapados tienen tan poca, que a guisa de jardinería, practican aquel estéril rastrillar la grava. Eso ya no es tiempo, sino intemporalidad).

Carlos Janín dijo...

Después del dibujante, el músico y el jardinero... ¡el poeta! Mira lo que dice nuestro viejo amigo helenista Jean-Pierre Vernant, hablando de Hesíodo, nuestro casi contemporáneo:"La improvisación en el transcurso del canto no excluye el fiel recurso a una tradición poética conservada de generación en generación." (Mito y pensamiento en la Grecia antigua). Tradición e improvisación se combinan como trazo y memoria: tanto más cuanto que la cita está sacada del capítulo en el que estudia la memoria y el tiempo.

Carlos Janín dijo...

¡Es más! También en el aprendizaje de la poesía tradicional, como en el de los miniaturistas turcos de herencia persa, la ceguera es garantía de calidad. Mira, Pedro, lo que dice J. Vendryes en Choix d'études linguistiques et celtiques (1952) hablando de la formación de los bardos y escaldas galos o irlandeses:
"El alumno era educado en el arte de la composición en habitaciones bajas, sin ventanas, en total oscuridad."