El profesor haría mejor en escribir su autobiografía. ¡Qué estupendo tema!
Se imaginan a un profesor jubilado, un carcamal, un topo sabio…
que lleva veinticinco años dando vueltas y más vueltas a unas cuantas ideas
que no son suyas;
que no son suyas;
veinticinco años escribiendo cosas que la gente inteligente
ya sabe y que a los tontos no les interesan…
Chéjov, El tío Vania
…formaba parte de la generación privilegiada. En los últimos dos mil años de historia de España todas las generaciones han crecido en guerra.
Rafael Chirbes, Crematorio
Nace en Pamplona en la posguerra eucarística y cuartelera, es desasnado a golpes por maristas y jesuitas, sienta plaza de sopista capigorrón en la Salmantica que non praestat lo que natura non dat, estudia filología con el maestro Lázaro Carreter, enseña lo allí aprendido en la Universidad de Lyon durante largos años, se jubila en Granada. Aún no se sabe dónde muere. Mientras tanto, se lo pasa muy bien, y tiene la suerte de tener por esposa a la más cariñosa y encantadora de las mujeres, Patty Hermet, nacida en Lyon.
Habiendo sido francés, por navarro, hasta la incorporación a Castilla de 1512-1515, fue español durante su infancia y juventud, y dejó de serlo al desincorporarse y volver a hacerse francés en 1978. Hoy ya no sabe muy bien de dónde es, añadiéndose lo nazarí a lo gabacho.
>>>>>>><<<<<<<
Para hacerse una idea de cómo fueron los años de la enseñanza, incluyo aquí la respuesta que le mandé a Amanda Puz, cuando, con vistas a la elaboración de su libro autobiográfico Última vez que me exilio, (editorial Catalonia, Santiago, Chile, 2006), me preguntaba, haciéndose la desmemoriada y tirándome de la lengua, o de la pluma: "¿Cómo éramos?"
¿Que cómo éramos? Por lo pronto, más jóvenes, y por lo tanto, más entusiastas, más optimistas, más dinámicos… Pero unos pocos ya éramos lo que hoy se dice atípicos, es decir que rompíamos el molde académico y nos saltábamos a la torera muchísimas de las normas no escritas que regían y rigen la conducta docente: actitud, vestuario, comportamiento, relaciones con el alumnado, etc. Esos pocos éramos tan buenos profesores como el mejor, tanto o más exigentes a la hora de la verdad en cuestión de notas, exámenes, reclamaciones, etc.; y sin embargo, lo serio del trabajo no impedía en absoluto que tuviéramos las mejores relaciones con muchos de nuestros estudiantes.
Ahí reside la mayor diferencia entre los atípicos y los integrados, los inconformistas y los conformistas; y tal diferencia, que debía de coincidir en parte con otra oposición (extranjeros / nacionales), levantaba suspicacias entre los colegas del bando contrario, despertaba ciertos celos o envidias, no poca incomprensión, y en el mejor de los casos, una displicente tolerancia hacia tales comportamientos como inherentes al exotismo de sus seguidores. Estoy casi convencido de que nuestra campechanía, nuestro tuteo, lo informal de nuestros atuendos o conductas se admitían o toleraban como signo de escasa integración sociocultural, como incapacidad genética del foráneo para impregnarse del verdadero espíritu universitario francés: en el fondo, como una tranquilizadora garantía de la inferioridad del salvaje alienícola con respecto al sabio indígena. Para la rígida mente cartesiana del funcionario enseñante, no caben en los límites de un mismo individuo múltiples facetas. O se es un abnegado pedagogo, un riguroso investigador, un probo administrador; o se es un juerguista, un borrachín, un ligón. Pero, a no ser uno Jekyll y Hyde, lo que no es nada recomendable, no se pueden compaginar actividades tan diversas. Y, como a la vista está que esos colegas se lo pasan bomba organizando fiestas a troche y moche (y mejor, de noche), usando las mismas aulas de la facultad como salas de baile, abrevando a los discípulos con sangrías y ponches, etc. etc., no queda la más mínima duda de que su labor universitaria debe de resentirse de tales excesos y no cumplir con los mínimos exigidos. Claro está que la vox populi aclama a estos campeones del desenfreno, sus clases aparecen abarrotadas y nadie parece quejarse de algún incumplimiento, poca asiduidad o escasa calidad científica en su enseñanza. Todo lo contrario, más bien. Pero ya se sabe lo que vale la opinión del vulgo. Para los más mediocres, los más ignaros de los miembros del claustro, aquellos profesores de lengua y literatura españolas que ni siquiera se atreven a hablar en español ante sus alumnos de miedo de cometer faltas, y que confiesan, con siete horas de clase por semana, “no tener tiempo para leer” (sic!!), el folclore que rodea a los brillantes socios de este club los rebaja al nivel de lectores, de nativos, de embajadores de una cultura que, aunque mamada en las fuentes, no ha pasado por el filtro de la metodología francesa, y por lo tanto, se mantiene en un estado bruto, aún por desbastar.
¿Que cómo éramos? Más barbudos, más melenudos, con el pelo más largo las señoras, con atuendos más vistosos y camisas más floreadas, con pañuelos de seda al cuello y hasta, los más audaces, con collares. Pregunta de la directora del departamento al poeta Pedro, por quien sentía gran admiración: –“¿Qué es eso que lleva usted al cuello?” –“Un regalo que me ha hecho Amanda.” –“¡Pues más vale que no le ha regalado una pluma para ponerse en la nariz!” Eran los tiempos en que aún (y por efecto de mayo del 68) se fumaba en clase, y por ello fumábamos como chimeneas en nuestras pipas o cigarros, añadiendo nuestro humo magistral al ya muy abundante de los alumnos que invadía las aulas. Ya se ve por todo lo dicho anteriormente que ese mayo del 68 había dejado muy pocas huellas en los claustros de la universidad. Por lo tanto, al menor atisbo de huelga estudiantil, protesta, queja, manifestación sindical o espontánea, ya estábamos los de siempre al frente, empujando a los más tibios, prestando nuestras aulas y cátedras a la expresión de reivindicaciones, luchando contra la gregaria pasividad de la inmensa mayoría. Como la pasividad, la inercia, la apatía siempre nos han parecido el principal y peor defecto del alumnado francés en tanto que conjunto, toda nuestra creatividad didáctica y nuestra energía iban encaminadas a sacar del sopor a los modorros, a hacer “participar” (palabra clave heredada precisamente del mayo del 68) a los tímidos, a romper con electroshocks el silencio de los autistas. Toda arma nos parecía buena. Amanda decía: “¡Ya sólo me falta enseñarles el poto! ¡A ver si así hablan!”. Sí, salvo eso, hemos hecho de todo: cantarles himnos, silbarles el son del txistu o el de la quena, bailarles al alimón Amanda y yo ante las cámaras de algún equipo pedagógico que venía a filmar nuestras experiencias, traer a clase a toda gente del exterior que con su saber, experiencia, testimonio, pudiera aportar algo interesante: guitarristas, cantores, periodistas, actores, poetas, simples ciudadanos con algo que contar. Montábamos exposiciones, organizábamos recitales y conciertos, colaborábamos con nuestros textos o dibujos en cualquier conato de revistilla que quisiera salir a la luz, participábamos en toda iniciativa estudiantil de debate, club, tertulia o peña. Cuando estábamos hartos de que la iniciativa privada no hiciera brotar ninguna planta cultural, nos lanzábamos a la palestra y fundábamos nuestra propia y efímera revistilla loca: Où va-t-on?, por ejemplo. Y, claro está, invitábamos, nos dejábamos invitar, organizábamos fiestas, bebíamos, bailábamos y nos hacíamos los mejores amigos entre la grey estudiantil. Durante mucho tiempo, y no sólo en nuestra primera juventud, muchos de nuestros mejores amigos, que han seguido siéndolo mucho más tarde, procedían de las filas de nuestras clases. ¿Qué puede tener de extraño entonces que de la amistad se pasara al amor, y que de esa mismas filas salieran también nuestros ligues pasajeros, nuestras relaciones más o menos duraderas, a veces nuestros compañeros y hasta nuestros cónyuges?
José Ángel Valente decía de los universitarios que eran “profesionales del conformismo, del miedo o del halago”. Para que se vea que la universidad francesa no es ninguna excepción, añade don Pablo Salvador Coderch, catedrático de Derecho Civil, que “la Universidad española es una de las tres o cuatro instituciones más conservadoras, pacatas y anquilosadas del país.” (El País, 7 / 6 / 08). Acudan a las novelas de David Lodge para que les hable de la británica, que tampoco parece manca.
>>>>>>><<<<<<<
En la foto aérea de la plaza Bibarrambla hecha por nuestro amigo Krum, se puede apreciar, en el ángulo inferior derecho de la plaza, un edificio de fachadas rojizas en cuyo ático da el sol poniente. Ahí es donde vive el matrimonio arriba retratado, en cuya terraza posan, y donde un servidor de ustedes escribe estas páginas.
Si observan bien, también verán al Rey moro que se paseaba desde la puerta de Elvira hasta la de Bibarrambla, y que está a punto de subir Zacatín arriba hasta la Alhambra, porque cartas le han venido anunciándole la pérdida de Alhama.
Este encaramado domicilio granadino es ya el segundo que los protagonistas de esta historia usan en la ciudad. Fue el primero, desde el
1 / XII / 2004 hasta el 30 / V / 2009, el ático de la calle Obispo
Hurtado 9:
Y pronto, desde el 1 de julio de 2013, tras su paso de cuatro años y un mes por la calle Príncipe 13,
estarán instalados en Camino de San Antonio 48, esperemos que definitivamente:
Otra suerte que tienen el titular y su esposa es la de contar con numerosos y buenos amigos
Últimamente –me refiero a partir del año 2013– a muchos de nuestros jóvenes amigos les ha dado por parir y repoblar el planeta, con lo que nos vemos rodeados de infantes o cuasi sobrinos nietos, destacándose el caso de una de ellas, Dunia Kabiri Molina, de quien somos padrinos... laicos y republicanos. Llegado el día, prometemos contarles con todo detalle la ceremonia bautismal. Mientras tanto, he aquí a algunos de estos retoños que han brotado en nuestro entorno:
Anabel KRUMOV en brazos de su madre búlgara Antoaneta Krumova.
Dunia KABIRI MOLINA en brazos de su madrina
En Madrid: |
“La Pitarra”
Los antiguos
diccionarios castellanos no dan otra definición para este vocablo que el muy
lamentable de ‘legaña’, y de ‘legañoso’ para “pitarroso”. Por suerte, el actual
DRAE añade a la anterior, que aún se mantiene en cabeza de la lista, las de
‘vino de elaboración casera’, ‘cosecha de vino’ y de ‘sidra obtenida de un
segundo prensado del orujo después de macerarlo durante doce horas en un tercio
de su peso de agua’. (Obsérvese al paso la precisión de los académicos al
redactar la receta para la preparación del brebaje).
Estas
definiciones alcohólicas casan mejor con el título de La Taberna La Pitarra, establecimiento sito en la muy céntrica
calle madrileña de Almadén, en su número 8, en la acera de la izquierda según
se sube del paseo del Prado y antes de llegar a la calle del Fúcar, precedente
imperial de la Deutsche Bank actual.
¿Cuál es la
gracia de esta casa de comidas, aparte su honesto hacer culinario y su moderado
precio? El ser la sede de las reuniones del trío madrileño compuesto por los
escritores, poetas, críticos literarios, traductores y amenos contertulios
Francisco Solano, Tomás Onaindía y Pedro Provencio. Añádeseles en ocasiones de
viaje a la capital el mucho más modesto autor de estas páginas, con lo que la
tertulia trinitaria de “La Pitarra” alcanza en esos casos el cuadrado número de
los puntos cardinales y la mesa a la que comen se asienta así en cuatro pies.
Al
asaltarme una duda, pregunto a los inmortales miembros de aquella empírea
academia pitarrosa: “¿Es posible que el cenáculo que dio nombre a nuestros
periódicos yantares sea una franquicia de una cadena, al modo de Pans and Company, McDonald’s o Kentucky Fried
Chicken? Lo digo porque, de regreso de nuestra estancia playera por tierras
de Cádiz, y haciendo alto en Sevilla, comimos en un figón así llamado, que
confesaba en letra impresa ser una sucursal de una minicadena española con
ramificaciones por la provincia sevillana, alguna otra andaluza y Madrid.” Como
últimamente, los tres cortesanos se reúnen más bien en otro comedero, El Bierzo, sede, entre otras tertulias,
de la muy afamada del Mercurio Ministerial, añado: “¿A ver si ahora resulta que
El Bierzo es también del Corte
Inglés?”
Contéstanme
sin tardanza ambos a tres:
>>>
“Querido Carlos:
Aunque no
es lo mismo, pero ¿a que te has encontrado, en más de una ocasión, con un bar,
taberna o figón, llamado 'Casa Paco'? Todavía no es franquicia, que yo sepa. En
el caso de nuestro local conspirativo (al que traicionamos, ¡ay!, debido a
nuestra frágil condición), yo apostaría que no ha sido subsumido bajo esa
jerarquía. Pero es tal la confusión actual que, quién sabe, a lo mejor tiene
algo que ver con Guindos, con caerse del guindo, quiero decir.
En fin, que
espero que aún quede algo de autonomía, aunque sea refugiada en los manteles a
cuadros de 'La Pitarra' de nuestros encuentros.
Y van
abrazos para todos.
Paco”
>>> “Para sacarte/nos de dudas
tendríamos que volver al Pitarra,
arrinconar a la pareja de mozos que lo regentan y someterlos al tercer grado.
En cuanto al Bierzo, no me extrañaría
que en Barcelona, en cualquier provincia por encima de sus posibilidades y en
el mismo Madrid hubiera varios bierzos más, pero sus dos camareros amables
aunque algo ásperos, eficazmente rutinarios, toscos sin ofender y desde luego
opacos, no creo que tengan parangón. Ayer estuve allí con unas amigas y me dejé
olvidado un libro que acababa de sacar del Instituto Franchute (más
Quignard, ya voy por el quinto), y cuando llamé por la noche lo tenían
localizado y reservado no con mimo pero sí con diligencia. El gazpacho, rico;
los riñones a la plancha que comió una no estaban del todo bien; los lomos de
caballa que pedimos la otra y yo eran excelentes.
Pedro”
>>> “Solo puedo compartir mi sospecha de que la Pitarra que los cuatro conocemos, así
como los excéntricos pantalones que suele usar nuestro camarero
favorito, son únicos e irrepetibles.
Tomás”
(17 / 6 / 2012)
(17 / 6 / 2012)
En el Norte de España:
En Francia:
En Canadá:
En Ucrania:
En México:
En Japón:
En Cuba
En Togo:
En Grecia:
En isla Mauricio:
En Escocia:
En Alemania:
En Bulgaria :
En Marruecos:
>>>>>>>><<<<<<<
Volviendo a los años de la docencia, también hubo francachelas más moderadas con la grey profesoral. Con amigos de la facultad, se fundó en 1992 un seminario de estudios gastronómicos internacionales, que aún colea hoy día. Este texto de nuestra presidenta perpetua, Nicole Malaret, nos recuerda sus principales etapas:
Notre
premier séminaire sur la gastronomie populaire eut lieu le 13 décembre
1992 autour d’une zarzuela de mariscos au centre espagnol de Vénissieux!
C’est ce jour-là que commencèrent véritablement nos recherches gastronomiques. Elles
se poursuivirent pendant 7 ans autour de spécialités de nombreux pays :
- Israéliennes
- Brésiliennes
- Vietnamiennes
- Marocaines
- Dominicaines
- Françaises et plus particulièrement bressanes
- Japonaises
- Arméniennes
- Italiennes
- Afghanes
- Réunionaises
Et
chaque fois nous avons décerné un diplôme au cuisinier ou à la cuisinière du
jour.
A
toutes fins utiles, je précise pour les nouveaux que GROGAPO ne signifie
pas :
grosse
gamelle de potage
ni
Gros galapiat pochard
Quiero recordar aquí que todos los
sabios romanistas que en mi juventud estudiantina constituyeron mi germánico panteón —Spitzer, Vossler,
Curtius, Auerbach…— han resucitado para mí en mi vejez al leer a Klemperer,
también germánico romanista, con quienes este sabio menos conocido se codeaba
profesionalmente, y es como para contarlo en mis memorias.
–¡Ay, ay, ay! ¡Qué desgracia la mía!
–¿Por qué dice usted eso, si tiene tantos amigos y una mujer que lo quiere tanto?
–Nadie escribe un comentario en mi blog, nadie dice nada. ¡Qué horrible silencio! Es insoportable.
2 comentarios:
Pero qué bien que lo pasáis! Qué envidia! Quiero jubilarme ya!
Mi madre y abuela tuya solía citar siempre, sobrino Mikel, aquella tierna frase de Santa Teresa de "con una sardinica me sobornan". Con tu comentario, ya has puesto una gota de bálsamo en la llaga purulenta de ese pobre condenando que a gritos se desespera.
Publicar un comentario